Si te subes a mis manos y por ellas me caminas
y te enredas en mi pelo cuando llegan a él mis manos,
y me peinas la vida que me crece,
y te refugias en mi cabeza como la primera verdad que tengo,
y entras en mí por lo que siento cuando por lo que pienso me invades,
y desciendes por mi sangre hasta mi alma,
que vive en el corazón que la distribuye,
blanca, virgen e intangible por todo mi cuerpo,
y conquistas sin lucha cada verso que creo mío,
cada voz nueva que descubro,
sin razón ni razonamientos,
y en todos los ecos avanzas para que fuera de mí,
el mundo vuelva a su fe en la esperanza,
y sales de lo que soy por todos lados,
y por el alma viajas en la sangre a lo que siento cuando mis manos juegan con mi pelo,
y te encuentro,
y regresas así a mis manos,
y te subes a mí y por ellas me caminas,
si todo esto, amor,
es que estás en mí como yo mismo,
es que me reconoces en cada respiración que busca mi vida,
es que estás aquí,
allí
y allá…
con la misma seguridad de la muerte,
que es un algo inaplazable que solo cabe al final de lo sentido
y que solo como un algo inaplazable cabe al final de este poema,
porque he de terminarlo,
aunque tú estarás escribiéndote en mí siempre.
1 comentario:
si todo esto, amor,
es que estás en mí como yo misma,
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