Muero a todo,
excepto a tu sobre-vivencia.
Muero al dolor de sentirme un saxofonista,
al llanto que tengo constante por dentro,
muero en mi pánico absurdo, que me aterra,
muero cada día que vivo sin saberte sabiéndote.
Muero a todo el eco de aquellas palabras
que no fueron escritas, sino dichas:
Asegurame!
Nao posso!
Y sobre todo,
muero al abrir los ojos y ver que no veo con ellos,
y ver que estoy ciego de tu boca,
de tus manos,
de tu piel
y de tu amor,
aunque al abrir los ojos,
mis ojos ven todo esto y lo sienten,
porque tu sobrevives en ellos mientras muero.